Sé que continuaré desangrando
horas,
días, años
de eternos silencios,
derramados en la sima azul
que gota a gota va engendrando el torrente
de lava
errante y sagrada.
Sigo sembrando las semillas
de las frutas nupciales,
que colman de ternura
el caudal de estrellas
de la diáfana luz
del secreto de las luciérnagas.
Soy cavidad y coraza
y dejo escapar entre mis labios
un sortilegio de pétalos
para respirar hondo
y agitar con fuerza al ser humano
que duerme embelesado
en mi interior.